domingo, 2 de febrero de 2014

GEOGRAFIA Y ARTE APODÉMICA EN EL SIGLO DE LOS VIAJES(*) Horacio Capel Sin duda la expresión "siglo de los viajes" aplicada al XVIII puede ser discutida. Otros siglos merecerían con igual propiedad dicho calificativo: el siglo XVI, cuando se producen los grandes viajes y descubrimientos que cambiaron la historia europea y dieron una nueva dimensión a la historia de la Humanidad; el siglo XIX, en que los viajeros románticos se lanzan a recorrer los países exóticos en busca de imágenes pintorescas, al tiempo que políticos, comerciantes, militares y científicos organizan expediciones de exploración en número mucho mayor que el de cualquier otra época anterior(1); el XX, en que nuevos medios de transporte y un indudable aumento del nivel de vida en muchos países ha permitido la aparición del turismo de masas. Pero, a pesar de todo, el siglo XVIII quizás merezca con propiedad ese calificativo, porque probablemente en ningún otro momento han tenido los viajes un papel tan decisivo en el debate cultural y científico dentro del pensamiento europeo. Seguramente la característica esencial del viajero del setecientos es su preocupación por la fidelidad y su curiosidad universal. Fidelidad que no rehuye el uso de testimonios ajenos, siempre que estén debidamente reseñados: "la máxima constante de un relator fiel que da sus viajes al público -escribe un viajero que recorre España en los primeros años del siglo XVIII- debe ser no decir más que lo que ha visto por sí mismo; y cuando está obligado a referir algo sobre el testimonio de otros, debe citar a aquellos de los que lo ha obtenido(2). La curiosidad, que conduce a intentar recoger las informaciones más diversas. Veamos lo que dice el mismo viajero antes aludido -el padre Jean Babtiste Labat- cuando señala que como buen viajero ha intentado describir todo: los usos, practicas, ceremonias, costumbres de todas clases, y añade: "Yo no he olvidado lo que he aprendido de la Historia Natural de las Artes y Manufacturas establecidas en el País; así como tampoco su situación, su clima, las enfermedades que son más ordinarias y los remedios que se emplean para curarlas o para preservarse de ellas. He descrito todas las antigüedades que han caído bajo mis ojos, las maneras antiguas y nuevas de los arquitectos, los materiales que se emplean y la manera de servirse de ellos, su calidad, su bondad y sus defectos. He hablado de la Milicia y de las Tropas organizadas, del comercio de tierra y mar, de las galeras, de su fábrica y de sus armamentos; de los bosques, de las piedras, de los metales, de los minerales. Si no he agotado todas estas materias, por lo menos he dejado pocas cosas que desear".

viernes, 10 de febrero de 2012

sábado, 5 de junio de 2010

Giuseppe Di Stefano


Nació en Motta Sant'Anastasia (Sicilia). Hijo único de un zapatero y de una modista, fue educado en un seminario Jesuita y pensó en ordenarse sacerdote.En el seminario un amigo lo oyó cantar y sorprendido le dijo que su voz era excepcional, cultivara mas su voz y la dedicara a la Opera. Su voz realmente de una gran belleza, se añadía sus "diminuendos" de un agudo fuerte a un hilo cálido de voz tan único que llamó la atención de Pavarotti, que junto con su claro fraseo, se convirtió en una leyenda. Desgraciadamente vivió en la época en que se pensaba en los " Tenores Absolutos" (falacia que lo llevó a cantar óperas como " Trovador" para tenores dramáticos),entre otros defectos técnicos -sus agudos no los cerraba-y el fumar más adelante en su carrera hicieron que su voz no durara mucho tiempo, saliéndose de su registro. Él era en realidad un tenor lírico ligero como Bjöerling,Gigli, Schipa, éste último con Gigli y Matinelli y el propio Di Stefano, hicieron decir a Pavarotti que ellos eran los tenores que más habían influenciado su trayectoria de cantante. Su voz ha sido inspiración para nuevas generaciones de cantantes.
En 1946 debutó operísticamente en la ciudad de Reggio Emilia interpretando el papel de Des Grieux en la ópera Manon de Massenet, papel con el que debutaría al año siguiente en La Scala. Ahí se puede recordar su inicio como seminarista jesuita, en que queríendo ser sacerdote, Des Grieux, para olvidar a Manon quería también ser sacerdote, se puede entender que le encantaba cantar Manon de Massenet

martes, 4 de agosto de 2009

¿Qué es el Bel canto?

El Bel Canto (proveniente del italiano: canto hermoso) es un término musical italiano, que hace referencia al arte y la ciencia de la técnica vocal que se originó en Italia hacia finales del siglo XVI y alcanzó su auge a comienzos del siglo XIX durante la era de la ópera del mismo nombre.

Rossini, Bellini, y Donizetti son los exponentes más conocidos de este estilo, que floreció, aproximadamente entre 1810 y 1830. También debe dársele crédito al compositor del siglo XVII, Pietro Cavalli, por introducir este concepto, pero su calma y sus fluidas líneas melódicas forman parte de un estilo diferente que pertenece a otra era completamente distinta.

El canto de Bel Canto se caracteriza por enfocarse en la perfecta igualdad y uniformidad de la voz, el legato habilidoso, un registro superior claro, una estupenda agilidad y flexibilidad y un timbre dulce muy particular.

Las óperas pertenecientes a este estilo presentan una ornamentación florida y considerable, requiriendo mucho en el camino de las rápidas escalas y cadenzas.

Enfatizando la técnica por encima del volumen, este estilo ha sido famosamente relacionado con un ejercicio que dice demostrar su sinopsis, donde un cantante sostiene una vela encendida cerca de su boca y debe cantar sin que la llama se sacuda.

Aparte de la era del bel canto y el estilo de ópera, existe el método de canto “Bel Canto”, que puede ser usado, incluso, dentro de variedades Wagnerianas, Verdianas y también en estilos modernos. Eva Turner utilizó esta técnica al igual que Elena Nicolai, Todor Masaroff y Maria Caniglia; todas voces poderosas y notables.

Mientras que el período de este estilo data inconfundiblemente de principios siglo XIX, el término en sí mismo no fue utilizado sino hasta mediados del mismo siglo. Fue en ese tiempo que los compositores como Wagner, comenzaron a utilizar voces más dramáticas; los que se oponían a esta tendencia protestaban, junto a Rosinni, “Alas para nosotros, hemos perdido nuestro estilo de canto”.

Las sopranos Maria Callas y Johan Sutherland fueron, probablemente, las intérpretes mejores conocidas de esta variedad operística del periodo de la post guerra. (Virginia Zeani y Leyla Vencer fueron ambas, sopranos de este estilo con las mismas habilidades, pero hicieron pocas grabaciones y por ello fueron menos famosas en América). En años más recientes, June Anderson hizo interesantes grabaciones también.

BEL CANTO


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